Voy a resumir en breve la historia de los años treinta, tal como fue y como la he vivido, pues la Historia, siempre que sea la verdadera, la realidad, nada de fábulas, cuentos y mentiras, es útil y nos evita cometer errores que otros han cometido.
La República trajo a este pueblo, la Torre de Esteban Hambrán, sólo ventajas y no perjuicios. En el aspecto cultural dobló el número de maestros; anteriormente había un maestro y una maestra.
No eran suficientes, puesto que éstos se veían obligados a dividir a los niños y niñas en dos grupos, unos que iban por las mañanas y otros por la tarde a la.escuela. A partir del año 31 ya todos íbamos por la mañana y por la tarde.
Llegó el año 36 y el Frente Popular tenía en su programa electoral dos puntos muy interesantes, la construcción de escuelas y la Reforma Agraria, puntos que al pueblo le cayeron como un « maná ».
Por mediación de su Junta Municipal, recibió todo el dinero que ya habían presupuestado y solicitado para construir las actuales Escuelas. Este dinero consistía en bonos o papel de Estado y fue designado el tesorero Eudaldo SERRANO RECIO para su custodia y elaboración de las obras. Todo marchó a la perfección y en octubre cuando entraron en el pueblo las tropas franquistas la construcción estaba casi terminada. Los administradores posteriores las inauguraron a primeros de 1937 y les pusieron de nombre el del que fue jefe de Falange, Juan Aguado, cuyo nombre sigue en la actualidad.
El otro punto fue la Reforma Agraria. Esto fue algo que podemos calificar de admirable. El Gobierno exproprió varios latifundios, entre ellos el Monte Alamín y éste fue repartido entre los pueblos que le rodean. A La Torre le fue adjudicado una extensión de más de mil hectáreas. La Junta Municipal determinó el formar una Colectividad o cooperativa para cultivar este terreno. Los hombres que la compusieron en su mayoría eran obreros agrícolas o jornaleros. Para seguir con el buen proyecto se les facilitaron 40 pares de ganado entre vacas y mulas con sus correspondientes aperos de labranza. Como todo esto no era suficiente, se les proporcionó un sueldo hasta que sacaran producto del trabajo, pues la tierra era de secano, excepto una gran huerta que existía o existe en las inmediaciones del Alberche. Justamente con los productos de este regadío pudieron construir casas para albergar el ganado en lo que se llama el Llano de Valdejudíos, cuyas casas dieron en llamarlas de los Socialistas.
Para dirigir esta inmensa obra digna de alabanza, fue designado Eudaldo Serrano Recio y todo marchó tan perfectamente que en el mes de julio ya estaba el terreno preparado para sembrar en otoño.
Ahora bien, lo triste y lamentable es que a pesar de toda esta digna obra llevada a cabo gracias al Régimen y a la Junta Municipal que la ejecutaba, unos cuantos vecinos, completamente equivocados y engañados, se sublevaron contra ella, empleando armas y causando varios muertes y heridos.
La sublevación fue vencida y aniquilada pero las consecuencias han sido y siguen siendo totalmente funestas para el pueblo.
Hoy otra vez existe una Junta Municipal democráticamente elegida y por esta razón, le hemos presentado una petición apoyada por más de 600 personas de diferentes esferas sociales que la han firmado, en la que pedimos que se eliminen de calles y edificios públicos los nombres de los individuos que provocaron tal sublevación, Juan Aguado y José Antonio. Creemos que es justa la eliminación de estos símbolos por el mal que causaron al pueblo de la Torre (y al pueblo español) y que a la vez se honre a todos los que defendieron la Democracia en la Torre.
Daniel Serrano Recio, ( nativo de La Torre, 1920)
París, 17 de abril de 2010.
La República trajo a este pueblo, la Torre de Esteban Hambrán, sólo ventajas y no perjuicios. En el aspecto cultural dobló el número de maestros; anteriormente había un maestro y una maestra.
No eran suficientes, puesto que éstos se veían obligados a dividir a los niños y niñas en dos grupos, unos que iban por las mañanas y otros por la tarde a la.escuela. A partir del año 31 ya todos íbamos por la mañana y por la tarde.
Llegó el año 36 y el Frente Popular tenía en su programa electoral dos puntos muy interesantes, la construcción de escuelas y la Reforma Agraria, puntos que al pueblo le cayeron como un « maná ».
Por mediación de su Junta Municipal, recibió todo el dinero que ya habían presupuestado y solicitado para construir las actuales Escuelas. Este dinero consistía en bonos o papel de Estado y fue designado el tesorero Eudaldo SERRANO RECIO para su custodia y elaboración de las obras. Todo marchó a la perfección y en octubre cuando entraron en el pueblo las tropas franquistas la construcción estaba casi terminada. Los administradores posteriores las inauguraron a primeros de 1937 y les pusieron de nombre el del que fue jefe de Falange, Juan Aguado, cuyo nombre sigue en la actualidad.
El otro punto fue la Reforma Agraria. Esto fue algo que podemos calificar de admirable. El Gobierno exproprió varios latifundios, entre ellos el Monte Alamín y éste fue repartido entre los pueblos que le rodean. A La Torre le fue adjudicado una extensión de más de mil hectáreas. La Junta Municipal determinó el formar una Colectividad o cooperativa para cultivar este terreno. Los hombres que la compusieron en su mayoría eran obreros agrícolas o jornaleros. Para seguir con el buen proyecto se les facilitaron 40 pares de ganado entre vacas y mulas con sus correspondientes aperos de labranza. Como todo esto no era suficiente, se les proporcionó un sueldo hasta que sacaran producto del trabajo, pues la tierra era de secano, excepto una gran huerta que existía o existe en las inmediaciones del Alberche. Justamente con los productos de este regadío pudieron construir casas para albergar el ganado en lo que se llama el Llano de Valdejudíos, cuyas casas dieron en llamarlas de los Socialistas.
Para dirigir esta inmensa obra digna de alabanza, fue designado Eudaldo Serrano Recio y todo marchó tan perfectamente que en el mes de julio ya estaba el terreno preparado para sembrar en otoño.
Ahora bien, lo triste y lamentable es que a pesar de toda esta digna obra llevada a cabo gracias al Régimen y a la Junta Municipal que la ejecutaba, unos cuantos vecinos, completamente equivocados y engañados, se sublevaron contra ella, empleando armas y causando varios muertes y heridos.
La sublevación fue vencida y aniquilada pero las consecuencias han sido y siguen siendo totalmente funestas para el pueblo.
Hoy otra vez existe una Junta Municipal democráticamente elegida y por esta razón, le hemos presentado una petición apoyada por más de 600 personas de diferentes esferas sociales que la han firmado, en la que pedimos que se eliminen de calles y edificios públicos los nombres de los individuos que provocaron tal sublevación, Juan Aguado y José Antonio. Creemos que es justa la eliminación de estos símbolos por el mal que causaron al pueblo de la Torre (y al pueblo español) y que a la vez se honre a todos los que defendieron la Democracia en la Torre.
Daniel Serrano Recio, ( nativo de La Torre, 1920)
París, 17 de abril de 2010.
el domingo 18 el espiritu republicano volvio a soplar en las calles de La Torre de Esteban Hambrán y Eudaldo, Aurelio, Pedro y el resto de torreños republicanos volvieron a caminar por sus calles y por unos momentos se volvio a respirr libertad, igualdad y fraternidad.
ResponderEliminarpueden estar muy orgullosos de todos sus descendientes.
saludos Daniel y Rose Marie
Mario
Gracias, Mario, aunque pasaron dias desde tu solidario y amistoso mensaje.
ResponderEliminarVolvemos de la Baule (Bretaña), donde los compañeros catalanes y la municipalidad honraron con una placa y un solemne homenaje al Predidente Companys, fusilado en Barcelona en 1940 por los franquistas, después de llevárselo de Francia.
España deberia anular ya los "juicios" y sentencias franquistas, y honrar a las victimas que defendieron la democracia de España, que pronto seria agredida en toda Europa.
En la Torre, lo sabes, no reaccionan, por màs que se les escribe y visita. Por qué serà ese silencio ?
Es triste no querer honrar ni recordar a los suyos.
Daniel Serrano Recio
Rose-Marie Serrano