Fernando Valera:
¡la Segunda ha caído, ¡Viva la Tercera!
Tras leer hace unos días el excelente articulo de Vicente Arrogante La República es posible (Eco republicano) emprendí la búsqueda de la tumba del último presidente de la República española en el exilio, don Fernando Valera Aparicio, en el cementerio de Montparnasse de París, al que acudí esta tarde.
Me ayudaron a encontrarla un funcionario y un historiador del cementerio, que me enseñó varias tumbas de personalidades del mundo hispánico.
No está lejos la sencilla tumba del político republicano español que fue presidente del gobierno (en el exilio) hasta 1977, de la del famoso autor de España, aparta de mí ese cáliz, el poeta peruano César Vallejo y de la de Carlos Fuentes, el célebre escritor mexicano.
Carlos Fuentes: “La Guerra Civil española la ganó México”. Ésto decía el autor ya que este país acogió a buena parte de la intelectualidad republicana.
Me fui a adquirir flores para todos ellos a la otra punta del cementerio, justo al salir, pasando al lado del monumento a Alexandre Alekhine, campeón de ajedrez ruso y de algunas tumbas con nombres hispánicos. La tumba de César Vallejo las tenía de la embajada peruana, del Instituto Cervantes de París, pero le faltaban las flores de los Amigos de los Republicanos españoles de Región parisina y, como a nuestro presidente en el exilio, extendí la bandera tricolor a modo de homenaje y deposité las flores. Estando ante la tumba del poeta peruano, llegó un joven de orígenes españoles, al que le expliqué que el genial poeta se solidarizó con la República española. Habló de Alicante, de donde quisieron escapar muchos republicanos.
España, aparta de mí este cáliz
Niños del mundo,
si cae España ?digo, es un decir?
si cae
del cielo abajo su antebrazo que asen,
en cabestro, dos láminas terrestres;
niños, ¡qué edad la de las sienes cóncavas!
¡qué temprano en el sol lo que os decía!
¡qué pronto en vuestro pecho el ruido anciano!
¡qué viejo vuestro 2 en el cuaderno!
¡Niños del mundo, está
la madre España con su vientre a cuestas;
está nuestra madre con sus férulas,
está madre y maestra,
cruz y madera, porque os dio la altura,
vértigo y división y suma, niños;
está con ella, padres procesales!
Si cae ?digo, es un decir? si cae
España, de la tierra para abajo,
niños ¡cómo vais a cesar de crecer!
¡cómo va a castigar el año al mes!
¡cómo van a quedarse en diez los dientes,
en palote el diptongo, la medalla en llanto!
¡Cómo va el corderillo a continuar
atado por la pata al gran tintero!
¡Cómo vais a bajar las gradas del alfabeto
hasta la letra en que nació la pena!
Niños,
hijos de los guerreros, entre tanto,
bajad la voz que España está ahora mismo repartiendo
la energía entre el reino animal,
las florecillas, los cometas y los hombres.
¡Bajad la voz, que está
en su rigor, que es grande, sin saber
qué hacer, y está en su mano
la calavera, aquella de la trenza;
la calavera, aquella de la vida!
¡Bajad la voz, os digo;
bajad la voz, el canto de las sílabas, el llanto
de la materia y el rumor menos de las pirámides, y aun
el de las sienes que andan con dos piedras!
¡Bajad el aliento, y si
el antebrazo baja,
si las férulas suenan, si es la noche,
si el cielo cabe en dos limbos terrestres,
si hay ruido en el sonido de las puertas,
si tardo,
si no veis a nadie, si os asustan
los lápices sin punta, si la madre
España cae ?digo, es un decir?,
salid, niños, del mundo; id a buscarla!...
si cae España ?digo, es un decir?
si cae
del cielo abajo su antebrazo que asen,
en cabestro, dos láminas terrestres;
niños, ¡qué edad la de las sienes cóncavas!
¡qué temprano en el sol lo que os decía!
¡qué pronto en vuestro pecho el ruido anciano!
¡qué viejo vuestro 2 en el cuaderno!
¡Niños del mundo, está
la madre España con su vientre a cuestas;
está nuestra madre con sus férulas,
está madre y maestra,
cruz y madera, porque os dio la altura,
vértigo y división y suma, niños;
está con ella, padres procesales!
Si cae ?digo, es un decir? si cae
España, de la tierra para abajo,
niños ¡cómo vais a cesar de crecer!
¡cómo va a castigar el año al mes!
¡cómo van a quedarse en diez los dientes,
en palote el diptongo, la medalla en llanto!
¡Cómo va el corderillo a continuar
atado por la pata al gran tintero!
¡Cómo vais a bajar las gradas del alfabeto
hasta la letra en que nació la pena!
Niños,
hijos de los guerreros, entre tanto,
bajad la voz que España está ahora mismo repartiendo
la energía entre el reino animal,
las florecillas, los cometas y los hombres.
¡Bajad la voz, que está
en su rigor, que es grande, sin saber
qué hacer, y está en su mano
la calavera, aquella de la trenza;
la calavera, aquella de la vida!
¡Bajad la voz, os digo;
bajad la voz, el canto de las sílabas, el llanto
de la materia y el rumor menos de las pirámides, y aun
el de las sienes que andan con dos piedras!
¡Bajad el aliento, y si
el antebrazo baja,
si las férulas suenan, si es la noche,
si el cielo cabe en dos limbos terrestres,
si hay ruido en el sonido de las puertas,
si tardo,
si no veis a nadie, si os asustan
los lápices sin punta, si la madre
España cae ?digo, es un decir?,
salid, niños, del mundo; id a buscarla!...
París, octubre de 1936
De todo esto yo soy el único que parte.
De este banco me voy, de mis calzones,
de mi gran situación, de mis acciones,
de mi número hendido parte a parte,
de todo esto yo soy el único que parte.
De los Campos Elíseos o al dar vuelta
la extraña callejuela de la Luna,
mi defunción se va, parte mi cuna,
y, rodeada de gente, sola, suelta,
mi semejanza humana dase vuelta
y despacha sus sombras una a una.
Y me alejo de todo, porque todo
se queda para hacer la coartada:
mi zapato, su ojal, también su lodo
y hasta el doblez del codo
de mi propia camisa abotonada.
De este banco me voy, de mis calzones,
de mi gran situación, de mis acciones,
de mi número hendido parte a parte,
de todo esto yo soy el único que parte.
De los Campos Elíseos o al dar vuelta
la extraña callejuela de la Luna,
mi defunción se va, parte mi cuna,
y, rodeada de gente, sola, suelta,
mi semejanza humana dase vuelta
y despacha sus sombras una a una.
Y me alejo de todo, porque todo
se queda para hacer la coartada:
mi zapato, su ojal, también su lodo
y hasta el doblez del codo
de mi propia camisa abotonada.
César Vallejo.
Nos gustaría que se le rindieran grandes homenajes al último presidente del gobierno de la República en el exilio, don Fernando Valera Aparicio, cuyo nombre por ahora se ignora. Sería justicia que España le recordara. Por ahora descansa con su esposa entre celebridades francesas y de muchos otros países, en el cementerio parisino de Montparnasse.
Le agradecemos que haya representado la República en el exilio en Francia y que haya creído en la vuelta de la República, aquella II República de la que dijo « Ha caído » solo en 1977, pero añadiendo « ¡ Viva la Tercera ! » porque nunca renunció a que volviera.
También lo decimos, tampoco renunciamos : ¡ Viva la Tercera República !
París, 22 de abril de 2017
Rose-Marie Serrano (Amigos de los Republicanos españoles de región parisina)
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