jueves, 16 de diciembre de 2010

RECUERDOS DE DANIEL SERRANO RECIO Y DENUNCIAS DE DESIDERIO PABLO DOMÍNGUEZ


Daniel Serrano, al salir de la cárcel, con 22 años y Daniel con 90 años





En los años veinte a treinta los muchachos de la Torre de Esteban Hambrán jugábamos a tirarnos piedras. Por una parte los que vivían en el Regajo (zona más baja del pueblo) y por otra parte los de La Barrera (zona alta donde yo vivía).

A eso nos dedicábamos por las tardes, después de salir de la escuela y los domingos. Nunca ninguno fue tocado por una piedra, éramos expertos en evitar las piedras que recogíamos por el suelo. Seguramente La Torre habría sido en tiempos un pueblo montañoso. Además el nombre de Serrano es allí muy corriente.

Supongo que por eso, recordando esos juegos callejeros de los niños (las niñas eran más tranquilas), el Jefe de Falanje Local, Desiderio Pablo Domínguez, en octubre de 1939, « informó » a Madrid de que yo era el tira-piedras número uno del pueblo en mis mocedades.

Pioneros no llegó a haber en La Torre. No apredeamos a los adultos de ninguna tendencia política en nuestras peleas. Seguramente Desiderio Pablo, de los del Regajo, intervendría en nuestras peleas ya que supongo que en 1939 tendría más de los 19 años que yo tenía, al ser víctima de tales acusaciones, falsas, como todas las demás, por las que me condenaron a 12 años y un día de cárcel.

En cuanto a Damían Plaza Fernández, era labrador, se casó poco antes de ir a la cárcel con condena de pena de muerte conmutada en 30 años y un día. Era amigo de Eudaldo, le amaestró las vacas, en lo que era experto. A Damián, Eudaldo le enseñó a leer y contar. Después de salir de la cárcel, viviendo en la casa que da a La calle José Antonio, compró la casa de Aurelio, a la que arruinaron tras la salida del pueblo de Aurelio con su familia y el asesinato de su madre y tía. Allí cobijó las vacas. Juan el Ratón, su hermano, de mi edad, me trajo a sus hijos, para que les enseñara a leer en los años 50. Tal vez lo recuerden, cuando les dije que claro, con el libro del maestro, de literatura, no podían aprender a deletrear. Les di lecciones mientras me lo permitieron, pero eso es otra historia, la de la postguerra y del franquismo inquisidor.

Si vivieran, me gustaría volver a ver a los hijos de mi amigo Juan el Ratón, los sobrinos de Damián, con quien estuve en la cárcel.

Daniel Serrano Recio, París, 16/12/10






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