miércoles, 24 de noviembre de 2010

CARTA DESDE FRANCIA A UNA NIÑA ESPAÑOLA LLAMADA CLAUDIA

Los tatarabuelos de Claudia, padres de Eudaldo,
represaliados por el franquismo



Querida Claudia,

Acabo de ver en París la película española Hoy no se fía, mañana sí, película estremecedora sobre los años 50 en tu país, España.

Tú no habías nacido en aquellos años, yo sí. Ahora, incluso aquí, en Francia, adonde llegué pequeña con tus bisabuelos y tu abuela (mi hermana), en los años 60, se vuelve sobre aquel oscuro y cruel pasado de tu país.

Con sólo dos añitos no puedes entenderme. Si un día, dentro de 20 años, caes con estos renglones (al parecer lo que se pone en Internet es eterno, ojalá), quizá nos entiendas, a tu bisabuelo Daniel y a mí.

Él tiene 90 años. Escucha quién es. Daniel, qué bonito su nombre, verdad, no lo lleva nadie de tu familia, tú supongo que te llamas Claudia por tu abuela materna, pero como mi padre no se llaman nada más que unos primos de Madrid a los que no conoces. Si tienes un hijo un día, por favor, Claudia, llámale Daniel, como tu bisabuelo.

Fue un combatiente del ejército republicano. En tu país hubo una República, contra la que el 18 de julio de 1936 (tu bisabuelo Daniel tenía 16 años) se sublevaron unos generales apoyados por los ricos y la jerarquía eclesiástica de tu país.

Eso quizás lo leas un día en los libros de texto o te lo explique en el instituto –adonde tú sí que tendrás la suerte de ir- algún profesor, si tiene tiempo y si se lo impone el programa.
Tu bisabuelo quisiera que su hermano Eudaldo (« eu » es una raíz griega, significa « bien », « bueno », como lo era mi tío, bueno), fuera recordado en una calle en su pueblo, ( un pueblo toledano) o en las Escuelas, cuya construcción dirigió gracias al programa del Frente Popular. También quisiera tu bisabuelo, que se exilió a Francia (para darnos a tu abuela, mi hermana, y a mí, un porvenir mejor que el que teníamos allí, en Toledo o en Madrid en los años 60, mucha gente emigraba), que los republicanos que lucharon con su hermano Eudaldo, con el alcalde Pedro, con los concejales socialistas, los comunistas (algunos había) y la gente humilde sin nociones políticas pero sí con conciencia del progreso que estaba instaurando el Frente Popular con la voluntad de la inmensa mayoría del pueblo español, tuvieran sus nombres en calles, plazas y en monumentos.

Pero, querida Claudia, sabrás dentro de 20 años (no soy muy optimista), cuando te nazca la conciencia, que ahora se lo niegan a tu bisabuelo. Si no lo consiguiéramos, espero tú luches por ello. Es la misión que te transmito, como lo hacen muchos nietos ahora, quienes luchan por sus abuelos republicanos, enorgulleciéndose de ellos. Í Sé orgullosa de tu bisabuelo republicano, Claudia ! Un hombre honrado, culto y trabajador, como tu abuela, mi hermana.

A mí, hermana de tu abuela, me da pena, porque han pasado tantos años sin que se haga justicia tampoco en aquel pueblo (donde nací, en los terribles años 50, los del auge de la dictadura franquista), donde vi a mi abuela, humilde mujer del pueblo, ir, vestida de negro de madrugada, a rezar a la iglesia, por el alma de su hijo Eudaldo, republicano-socialista, fusilado en 1941 en el Cementerio del Este de Madrid. La religión, Claudia, no sólo es « el opio del pueblo », es el consuelo de muchas mujeres, de algunos hombres.

Cuando te nazca la conciencia, Claudia, recuerda que tus parientes de Francia no olvidaron aquella tragedia : hoy salió el Madrid de la represión franquista en la pantalla de un cine parisino. La heroína, huérfana (de madre republicana), humillada, cuya tía se ahorca por no rendirse a la perniciosa voluntad de la Iglesia católica que quería convertirla, se venga de un atroz enemigo policía, un traidor repugnante, quien se pretende huérfano, de toda la canalla fascista, jueces y clérigos corruptos, tantos cómplices de un dictador sanguinario, Franco, del que espero oigas hablar como tal dentro de 20 años. Entonces, querida Claudia, ya no existirá su mausoleo infame, construido por presos republicanos, los esclavos de Franco (El llamado Valle de los Caídos). Tras ver la película de Francisco Avizanda, entiendo más qué peligrosos son los fascistas : son perniciosos, traidores, todo se lo robaron al pueblo español, su libertad, su esperanza, robaron a los niños de las presas, infundieron el miedo y la traición además del hambre que se padeció, hambre espantosa que describen todas las personas mayores que no estaban con ellos, (eso también se ve en la película de Manuel Gutiérrez Aragón, Demonios en el Jardín, que espero veas algún día, donde dos hermanos son uno falangista el otro tendero corrupto, y la prima republicana, ingenua, se enamora del falangista). Espero ya no haya falangistas, cuando seas mayor, y que ninguno te engañe, ten cuidado, por si acaso, no seas ingenua.

Querida Claudia, espero que en tu país haya un día, de nuevo, una República, y que allí me sonrías. Entonces, volveré y podré abrazarte, hablarte de tu bisabuelo republicano, de tu bisabuela francesa, quien murió un 16 de abril de 2006, (día de Resurrección, qué ironía del calendario y del destino) en un hospital de aquí, sin ver, ya muy enferma, cómo en televisión hablaban, el 14 de abril de aquel año, de un festejo republicano en la lejana Madrid.
Habrá otra República, Claudia, así lo espero, tú la verás.

Rosa-María, la hermana de tu abuela (en los años 50, Claudia, todas las niñas eran bautizadas obligatoriamente con el nombre de María.)

París, 21/11/2010

Comentario

Cuando mis abuelos, después del fusilamiento de Eudaldo en 1941, regresaron a La Torre, se encontraron con el zaguán, donde se cobijaba el carro y los aperos de labranza, derruido. Como en otras casas de los republicanos que tuvieron que salir del pueblo en octubre del 36, parte ( o la totalidad de la casa para otras familias) fue devastada. A mi abuelo Pedro la guardia civil vino a su casa a preguntarle por qué había vuelto al pueblo, a lo que contestó que esa era su casa, en la que había nacido, que ése era su pueblo, en el que siempre había vivido. Estando en el campo, alguien le disparó, quisieron matarle, se cobijó debajo de un árbol. Mi abuela Mercedes, muy creyente como todas las mujeres del pueblo, fue a misa a rezar por su hijo Eudaldo hasta su muerte, ya que más consuelo no podía tener por el asesinato de su valiente hijo.

El bisabuelo de Claudia, Daniel, le tiene mucho cariño a esta foto de sus padres, por eso yo quisiera que un día la viera Claudia, cuando pueda entender la trágica historia de sus antepasados toledanos.
Rose-Marie Serrano

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